Vida comunitaria: Un lugar que llamamos hogar

Tener personas que te apoyan en los buenos y malos momentos es una de las partes más hermosas de la vida de la comunidad religiosa. Aquí, la Hermana Emily TeKolste, S.P. (izquierda) saluda a la Hermana Barbara Doherty, S.P. (Cortesía de las Hermanas de la Providencia de Saint-Mary-of-the-Woods)

EL TEMA DE LA COMUNIDAD religiosa es tan interesante como desafiante. Desde nuestra creación, Dios concibió a la humanidad para que fuera relacional. Ninguno de nosotros estaba destinado a vivir la vida Cristiana en soledad. Las Escrituras nos llaman a amarnos unos a otros como Jesús nos ama. Por lo tanto, nos desafía a comprometernos a vivir juntos como pueblo de Dios.

Las comunidades religiosas de Cristianos que viven juntos son una manera de seguir la mente de Dios. Éstas están destinadas a ser regalos de Dios, ofreciendo a quienes ingresan en ellas la oportunidad de vivir juntos una vida rica y exigente. Brindan un camino para compartir nuestra vida común en Cristo con toda la gente.

La Iglesia encuentra la fuente suprema de su vida y acción en la Santísima Trinidad, tres personas, Padre, Hijo y Espíritu, que existen con una sola mente y un solo corazón, unidos por un amor ilimitado. Dios desea que nosotros también vivamos y disfrutemos de ese amor. El Padre, el Hijo y el Espíritu se entregan también a nosotros para que podamos amarnos como ellos se aman. Jesús nos muestra ese amor y sigue guiándonos.

Como religiosos, cada uno de nosotros expresa ese amor al compartir nuestra vida común en nuestras diversas congregaciones religiosas. Vivimos juntos, rezamos juntos y ejercemos el ministerio juntos. A pesar de nuestras diferencias y desafíos, nos esforzamos por crecer en santidad a través de la amistad y la fraternidad, sirviendo al pueblo de Dios mientras nos apoyamos mutuamente.

Hermanos que me acompañan

Para mí, una comunidad religiosa es donde puedo sentirme apoyado en el ministerio. Cuando me siento deprimido o tengo algún tipo de lucha en mi ministerio, mis hermanos de la comunidad siempre están ahí para ayudarme.

Veamos ahora el Nuevo Testamento, en particular los Hechos de los Apóstoles. Allí encontramos una descripción de lo que es la comunidad y por qué es importante vivir bien la comunidad.

Se dedicaron a la enseñanza de los apóstoles y a la vida comunitaria, a compartir el pan y a las oraciones. El asombro se apoderaba de todos, y se hacían muchos prodigios y señales a través de los apóstoles. Todos los que creían estaban juntos y tenían todo en común; vendían sus propiedades y posesiones y las repartían entre todos según la necesidad de cada uno (Hechos 2:42-45).

Este pasaje es una pequeña parte de todo un capítulo que muestra cómo era la vida comunitaria en las primeras comunidades Cristianas. Muestra que eran muy obedientes al impulso del Espíritu Santo.

Durante siglos, las comunidades religiosas de hombres y mujeres han recurrido a estos relatos de los Hechos de los Apóstoles para tener un modelo de lo que significa vivir en comunidad. La vida en común nos da la oportunidad de vivir con personas comprometidas con la misma misión y carisma—un grupo de hermanos o hermanas que nos apoyarán, animarán y amarán en cualquier circunstancia. En la comunidad sabemos que, sean cuales sean las dificultades que tengamos, las pasaremos juntos en Cristo.

El documento del Vaticano, Congregavit nos in unum Christi amor (La vida fraterna en comunidad), afirma: “Dentro de una comunidad verdaderamente fraterna, cada miembro tiene un sentido de corresponsabilidad por la fidelidad de los demás; cada uno contribuye a un clima sereno de compartir la vida, de comprensión y de ayuda mutua, cada uno está atento a los momentos de fatiga, de sufrimiento, de aislamiento o de falta de motivación de los demás; cada uno ofrece apoyo a los que están afligidos por las dificultades y las pruebas.”

Fracasos, sí, pero también reconciliación

Desde mi propia experiencia, después de vivir en comunidad durante algunos años, puedo decir lo bendecido que soy por pertenecer a la comunidad Vicentina de sacerdotes y hermanos. Mi comunidad se ha convertido en un lugar donde me siento amado, aceptado y apoyado. También es un lugar donde puedo encontrar la sanación. Si fallas, tus errores pueden ser redimidos. Si estás herido por la vida, siempre tendrás alguien que te apoye.

Permítanme terminar enumerando cuatro valores para vivir en comunidad tomados del derecho canónico:

1. La comunidad se convierte en un apoyo mutuo para todos.

2. Estamos unidos como una familia especial en Cristo.

3. Por la comunión como hermanos y hermanas estamos arraigados y afianzados en la caridad.

4. Como miembros de una comunidad estamos llamados a ser ejemplo de la reconciliación universal que se nos ha dado en Cristo.

Debes saber que, seas quien seas, mientras lees este artículo para entender mejor la vida de la comunidad religiosa y continuar tu discernimiento, estarás en mis oraciones. Dios nos llama a cada uno por su nombre, y el camino Cristiano está destinado a ser vivido juntos. ¿Cómo vas a vivir tu vocación Cristiana?

Una versión previa de este artículo apareció como presentación de la serie de webinars de NRVC “La vida religiosa hoy: ¡Conócela! ¡Ámala! ¡Vívela!” Encuentra más información sobre la serie aquí: nrvc.net/webinars.